Beso y adiós. Otro mundo es posible
El Aeropuerto de Aalborg, en Dinamarca, tiene frente a su entrada algo bastante insólito: una señal de tráfico que “habla” como los humanos. Y precisamente por este detalle aparentemente tan poco relevante, se ha hecho bastante conocido en el hiperespacio.
Es curioso ver cómo nos sorprendemos ante este tipo de cosas que supuestamente deberían ser cotidianas, porque estamos acostumbrados precisamente a todo lo contrario: a señales de tráfico que nos dan órdenes, a emails de hacienda ininteligibles, a bancos con posiciones globales y así sucesivamente.
Por eso me levanto y aplaudo ante este tipo de iniciativas, porque generan algo de arcoíris ante un mundo repleto de palabras grises, un mundo de Administración. Como si estuviese comprobado empíricamente que esta forma de dirigirse a las personas funcionase.
Para mi, la señal en cuestión no puede ser más ilustrativa en cuanto al mensaje que pretende transmitir, pero además se toma la molestia de añadirle un guiño emocional (la segunda línea) que hace una prohibición deje de ser percibida como tal y que, además funcione mejor que una señal clásica, de las de toda la vida (igual no estáis de acuerdo, pero personalmente respetaría más esta señal que la de un prohibido parar y estacionar).
No me extraña que la gente se haga fotos frente a esta señal, a mi me están entrando ganas de volver a Dinamarca, para hacer lo mismo.