Los sistemas de diseño y el óxido
En una embarcación náutica, las partes que van bajo el agua (hélice, eje, timón, quilla…) se protegen contra la corrosión (o electrólisis) mediante los denominados ánodos de sacrificio. Se trata de piezas con una infinidad de formas que se adaptan al casco de cualquier embarcación y se fijan cerca de las zonas más propensas a la electrólisis.
Estos ánodos están fabricados de una aleación metálica con mayor tendencia a su oxidación. Y este simple detalle, hace que la embarcación tarde más en corroerse, al comenzar el proceso de oxidación por el ánodo, que es más débil. Aún así, hay que que cambiarlas de manera recurrente, de otra forma la embarcación acabará también, lenta y silenciosamente, siendo corroída por el óxido.
Los ánodos de sacrificio me sirven de excusa perfecta para hablar sobre la caducidad del diseño digital, sobre lo efímero que resulta, por muy sólido y robusto que sea su sistema de diseño. Cualquier firma del sector digital mantiene, en mayor o menor medida, una lucha contra esta caducidad, evitando que el paso del tiempo oxide sus interfaces y las ponga fuera de juego de las tendencias más actuales. Una espiral que, aparentemente, nunca tiene fin.
Para minimizar esa caducidad, el diseño incremental parece ser de ayuda. Para mi es algo así como el ánodo de sacrificio que menciono más arriba: pequeños ajustes en la interfaz que evitan que la interfaz se oxide y siga con una tez actual.
Suelen ser ajustes “relativamente” sencillos: un cambio de tipografía, un rediseño de cabecera o modificar ligeramente el código de color (pensado y madurado como debe ser) pueden darle un soplo de aire fresco al software o web en cuestión. Además, son cambios que el usuario apenas percibe, que ni siquiera es capaz de verbalizar, aunque note que algo haya cambiado.
Personalmente, estoy más a favor de este tipo de “rediseños” que los que se centran en tirarlo todo abajo y hacer algo nuevo desde el principio. Para mi, la esencia de este método es tener claro qué elementos y estructuras son las que debemos cambiar sin que el resto de la interfaz se vea afectada una vez que apliquemos el cambio. No es el proceso de diseño en sí lo que lleva trabajo, si no tener bien claro el alcance que el micro cambio tendrá sobre el resto del producto.
¿Alguien que quiera compartir su experiencia?