Internet. Tecnología. Personas. Desde el 2001.

ping@seisdeagosto.com

Desde hace unos días ya tenemos listo el programa del primer Curso de diseño de productos digitales (PDF). Un curso que arrancará el 8 de noviembre y en el que estamos ya seleccionando a la tripulación que formará parte de esta nueva singladura. Hemos puesto mucho empeño en crear un grupo uniforme, con un nivel parecido, por eso a los que estéis interesados os vamos a pedir una pequeña prueba que nos servirá para conoceros un poco más y ver cómo encajáis con el resto de la tripulación.

También queremos dar la bienvenida a dos nuevos habitantes que tenemos en el espacio de La Nave, los co-workers Jeremías Mayor y Jorge Correa, dos maestros que estarán a nuestro lado los próximos meses.

Hace un par de semanas tuvimos la fiesta de inauguración del espacio de La Nave Nodriza. Fue un rato agradable en el que pudimos encontrarnos un buen puñado de amigos alrededor de un espacio que ya empieza a coger forma. La guinda fue la tartaza que nos regalásteis, un sorpresón en toda regla. Ese mismo día tuvimos la primera sesión informativa con algunos de los interesados en estudiar este primer Curso, pero si estás interesado no te preocupes, porque hasta que cerremos las inscripciones tendremos más sesiones de este tipo.

Montar esto desde cero está siendo una experiencia alucinante. No sólo por poder hacerlo junto con los capitanes de Marina Mercante Isa e Ignacio, sino por la cantidad de gente que nos está prestando ayuda desinteresada desde el minuto 1. Es alucinante lo que os estáis volcando muchos de vosotros para que todo esto llegue a buen puerto. Aunque ya lo hemos hecho en persona, desde aquí también queremos daros las gracias. En estos momentos de arranque necesitamos algunos barcos que nos ayuden en las maniobras de salida del puerto y, sin duda disponemos, de ellos.

Recuerda: si estás interesado en formar parte de este nuevo Curso, entra en Lanavenodriza.com y apúntate para que podamos darte más pistas sobre todo esto. Será un placer conocerte.

Si hay algo que nos desespera como usuarios de cualquier aparato tecnológico es la lentitud. Queremos que lo que pedimos en pantalla nos aparezca enseguida, a la de ya. Un retraso de un par de segundos nos parece una eternidad. Ya esperamos suficiente con los módems de 56k.

Pero hay veces en que la espera resulta irremediable y nuestra fabulosa cultura digital nos ha hecho interiorizar una serie de elementos gráficos que nos indican cómo va la cosa cuando estamos delante de un proceso lento, desde las barras de progresión a los famosos spinners.

Siempre se ha dicho que no hagas del uso un abuso, y en tecnología no es ninguna expepción. Últimamente, y esto es especialmente intenso en interfaces móviles, nos encontramos spinners de todo tipo en cualquier pantalla y, paradójicamente, a día de hoy casi consiguen el efecto contrario. Encontrarte un icono de este tipo durante un tiempo prolongado da la sensación de que la app o lo que tengas delante se ha «tostado» o la irritante aparición de este icono en transiciones de pantalla en webapps (milisegundos) tampoco causa buena impresión, parece que lo que hay detrás está dando errores y que la cosa no va del todo fina.

Por eso aplaudo este artículo de Luke Wroblewski: Mobile Design Details: Avoid The Spinner. En él Luke recomienda abandonar el uso de este invento. Parece que volvemos a los 90, donde la velocidad provocaba que las páginas se fueran cargando lentamente, pero al menos tenías la sensación de que la carga avanzaba. Y es justo donde estamos ahora: en las denominadas «pantallas esqueleto», una versión vacía de la pantalla, pero con estructura, donde progresivamente se irá cargando el contenido de la misma, en lugar de estar mirando cómo aumenta la barra de progreso o las vueltas que da el spinner. Como si no tuviéramos otra cosa más que hacer…

«Con las pantallas esqueleto, el foco está en el contenido que se carga y no en el hecho de que se está cargando». Y una vez dicho esto no hay nada más que añadir…

Aunque aún no seamos muy conscientes de ello, el mundo de la ropa electrónica está poco a poco entrando en nuestras vidas, un poco al estilo de como lo hizo nuestro teléfono móvil. Probablemente, de los productos relacionados con este nicho, los que más nos suenan son los relojes inteligentes y las famosas Google Glass. Personalmente los veo dentro del mismo saco, en ese gran conjunto denominado Internet de las cosas.

En Quora están surgiendo interesantes debates sobre cómo definir interfaces con este tipo de dispositivos, de momento más centrados en Glass:
How do you design UI for Google Glass?How will Google Glass impact web design?

Aunque existen similitudes con técnicas que ya usamos en proyectos de hoy en día, es interesante ver el esfuerzo que se hace por crear más al detalle el contexto de uso, que ahora tiene más peso que nunca y un abanico de posibilidades infinitas. Traduzco libremente:

1. Mantén el layout muy limpio y simple.

2. Tener en cuenta que la información mostrada es un aumento de la experiencia real, y no el foco.

3. Utilizar bold, tipografía de alto contraste y gráficos.

4. Gráficos semitransparentes, sobrepuestos sobre la realidad.

5. La información reside sobre un pequeño rectángulo, cubriendo únicamente un 5% del campo total de visión del usuario. Para una experiencia lo más parecida posible sostén una tablet de 9″ a la distancia de tu brazo, arriba y a la derecha de tu cabeza.

6. También puedes usar una fotografía de fondo. La foto obviamente debería reflejar el contexto de uso de la aplicación.

7. Añadir movimiento. Importa la solución a una herramienta de presentación, tipo Keynote. Diseña las transiciones. La experiencia del movimiento ayuda mucho. Considera el uso de metáforas.

De todos estos puntos sigo viendo el más complicado el #1. Aunque lo hayamos escuchado hasta la saciedad, es sorprendente lo mucho que nos cuesta simplificar cualquier interfaz digital. Saber renunciar a ciertas cosas es la gran clave para conseguir interfaces limpias y simples.

Pelota de set y partido: pásate por Smartthings.com. Un gran ejemplo de las posibilidades que están empezando a surgir relacionadas con el Internet de las cosas.

«…Más allá del océano rojo se abre un nuevo horizonte, donde las aguas aún son azules y las oportunidades son totalmente nuevas. Los peces saltan sobre las olas y nuestro barco abre las velas de la innovación, pues es la única forma de llegar…» (La estrategia del Océano Azul).

Llevábamos un montón de tiempo tratando de aterrizarlo, pero nunca nos atrevíamos. Unas veces era el trabajo, otras veces que alguno de nosotros no podía, otras que la situación actual no era la mejor, que si el Real Madrid otra vez Campeón de Europa… Pero en el fondo los tres sabíamos que, tarde o temprano, acabaríamos metiéndonos en este brete. Y hoy lo estamos haciendo realidad.

Nos sentíamos defraudados viendo cómo los modelos educativos actuales se marchitan, veíamos la necesidad de ser parte del cambio en la formación de nuestro sector, de ser nosotros mismos quienes tratáramos de activar la palanca de algo nuevo. Así surge La Nave Nodriza.

Esto es algo artesanal, humano, dirigido por gente normal, honesta, muy inquieta, con amplia experiencia en el sector digital y con energía a raudales para darlo todo. Los que nos hemos metido en esto llevamos a nuestras espaldas varios años de formación en otros Másters, Universidades y Seminarios, somos amigos y la gente que sale de aquí forma parte de ese nuevo núcleo de amigos.

Queremos empezar con “El curso de diseño de productos digitales”, una iniciativa en la que llevamos metidos dos años y desde la que ya se han formado más de 30 profesionales. Hemos decidido independizarnos y hacerlo de otra manera, más acorde con nuestros ideales. También perseguimos distintos formatos: queremos que seminarios, eventos del sector o cursos de fin de semana también tengan su sitio aquí, en un ambiente cómodo, agradable, distendido e inspirador.

La Nave es una experiencia, una forma diferente de aprender. Perseguimos el ideal de que estudiantes y profesores trabajen juntos, en un entorno que inspire, que genere confianza, sinergias, donde se moldee un modelo educativo que sirva tanto para la academia como para la industria. Para llevar todo esto a buen puerto estamos convencidos de que la mejor manera hacerlo es dándole mucho protagonismo a la componente práctica, que juegue un papel primordial en todo este lienzo formativo. Queremos aprender todos, nosotros también, aprender a cómo aprender.

Después de mucho tiempo buscando, y gracias a la impagable ayuda de Tecnilógica, ya disponemos de un espacio que se adapta a lo que buscábamos, muy pronto daremos noticias a este respecto, prometemos fiesta de inauguración también.

En la torre de control de esta Nave estamos Isabel Inés, Ignacio Buenhombre y yo mismo, más ilusionados que nunca. Si estás interesado en formar parte de la siguiente generación de estudiantes, o simplemente te apetece darnos ideas (animarnos también viene bien), estaremos encantados de leer lo que nos mandes: hola@lanavenodriza.com

Si tienes curiosidad sobre lo que hemos hecho otros años, aquí os dejamos algunos apuntes y experiencias de profesionales que ya han pasado por aquí:

http://kungfuxmaster.wordpress.com (de Roser Blasco)
http://iwantux2012.wordpress.com (de Maria Luisa Muñoz)

¡¡Deseadnos suerte!!

Échale un vistazo a la foto de este coche:

Ahora fíjate en este otro:

A no ser que seas un fanático de las cuatro ruedas, probablemente no seas capaz de saber de qué año es cada uno de estos vehículos. Es más, si andan bien de chapa y pintura, es posible que pienses que son vehículos nuevos, de este año. El Mercedes tiene ya la friolera de ocho años. El Audi «sólo» tiene cuatro años.

Ahora veamos este otro modelo:

Y para acabar este otro:

Aquí la cosa cambia un poco. A lo mejor no das con el año, pero ya intuyes cierto toque antiguo en lo que ves. El Fiat es del año 2005. Y el Hyundai tiene sólo 4 años.

¿Qué elementos y líneas de estos vehículos hacen que unos perduren en el tiempo y sean vistos como actuales y otros tengan pinta de antiguos al cabo de los tres años?

He intentado buscar algunas razones, sin ser ningún experto en la materia:

1. Las líneas demasiado redondeadas acaban sucumbiendo al paso del tiempo. Hay notables excepciones como el Escarabajo/Beetle, pero por regla general suele ocurrir esto. Pueden tener éxito durante los primeros años, pero después decaen. ¿Alguien recuerda el Renault Fuego?

2. Los diseños demasiado futuristas también suelen notar el paso de los años. Hay también grandes excepciones y, si son robustos de motor, suelen tener gran éxito pasados unos años, aunque más para los propietarios nostálgicos.

3. Claramente, el diseño alemán destaca por fabricar coches que toleran mejor el paso del tiempo: los modelos de Audi, Mercedes, BMW, Volkswagen, Porsche o incluso Smart son claros ejemplos. Aunque hay otras casas alemanas que no lo consiguen de manera tan brillante: como la Opel.

4. Personalmente, veo el diseño francés e italiano como el más caduco, frente al alemán, británico o incluso americano. Creo que los dos primeros suelen apostar por diseños demasiado transgresores que no acaban de cuajar en el gran público a no ser que tengan un precio muy competitivo.

5. A veces tengo la sensación de que un detalle tan básico como el diseño de los faros frontales tiene mucho que ver en la parte estética de un vehículo. ¿Nos sentimos más atraídos por los cuatro faros redondos?

Como curiosidad, el hasta hace poco mayor fabricante de automóviles no era una marca que conozcamos: Karmann ha estado fabricando durante más de un siglo para marcas como Chrysler, Porsche, Volskwagen o Mercedes (aunque no deja de ser curioso que lo haya hecho también para marcas francesas como Renault).

Existe una suerte de Wabi-sabi en el diseño automóvil que me parece todo un arte. Wabi-sabi sólo se aplica a los materiales, pero en este tipo de productos cobra todo el sentido.

¿Alguna razón más que se os ocurra? Podemos hablar de la Bauhaus y todo eso, pero me gustaría centrarme más en los aspectos menos teóricos de este tinglado. Igual sacamos interesantes conclusiones.

El otro día, en una reunión más, me tocó dar la explicación sobre el significado de la marca «Seisdeagosto». No recuerdo ya la cantidad de veces que he tenido que dar detalles sobre esta marca y sinceramente, jamás pensé que semejante nombre despertaría el interés de la gente.

Ahora que ya han pasado pasado varios años desde sus inicios, echando la vista atrás, puedo ver que sin darme cuenta creé una marca, sin metodología, sin conocimiento alguno de branding, sin brainstormings ni nada que se le parezca.

Lo que empezó siendo allá por el 2001 como un bloc de notas digital, gestionado a mano con el famoso Dreamweaver, pasó a ser un blog formal (primero Movable Type y más tarde corriendo sobre WordPress). Mi única intención era tener un recopilatorio sobre todo aquello que vivía y me interesaba. El paso del tiempo hizo que Seisdeagosto.com fuera el nombre que le diera a mi empresa cuando decidí emprender por mi cuenta donde, más tarde, de forma natural y espontánea, pasaríamos a ser dos socios: El que escribe y el incombustible Ignacio Buenhombre.

Casi de forma paralela a la entrada de Ignacio montamos Ilios.org, la red de confianza que tantas alegrías nos ha dado hasta hoy: un equipazo que no acaba de crecer y que cada vez afronta retos y proyectos más interesantes.

Y casi al mismo tiempo también, el propio trabajo que desarrollábamos nos hizo darnos cuenta de estábamos muy flojos en toda la parte que rodea a la pata de negocio: mucha interacción, mucha experiencia de usuario, mucho link azul, pero no teníamos ni idea de cómo se gestaban los negocios en Internet. Esa fue la razón que nos llevó a crear la muy noble y muy leal casa de Buenhombreleal.com, donde damos salida a aquellos proyectos en los que realizamos pequeñas inversiones.

El viejo Seisdeagosto.com empieza a pivotar nuevamente y, muy pronto, volverá a ser lo que lo fue inicialmente, una marca personal que ofrece servicios con la misma energía, el mismo cariño y humildad que hasta ahora y que espero que siga haciéndolo en nuevas aventuras, dentro y fuera del país.

Yo tan sólo buscaba un nombre que se pudiera escribir y pronunciar exactamente igual en Portugués (vivía en Lisboa) y en Español (tarde o temprano regresaría a mi país). Está claro que se me fue de las manos…