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Diseñadores de interacción: estado de la profesión [es]

A raíz de un interesante hilo que se está generando en la lista de discusión de UPA Madrid de LinkedIn y de una conversación que mantuve con el amigo Dani TorresBurriel hace unos días, me animo a escribir unas cuantas líneas con la intención de trazar, a modo de texto y desde mi humilde punto de vista, lo que representa el estado del diseñador de interacción en sus distintas variantes y nomenclaturas. Creo que la experiencia de haber dado el salto y dedicar mis esfuerzos a llevar mi proyecto adelante me ha ayudado a verlo todo con más perspectiva e identificar a vuelapluma 4 perfiles básicos:

#1. Este primer punto toca la situación de lo que hace la mayoría del “UX cosmos cañí”: trabajar en una consultora por cuenta ajena. Donde tus clientes te vienen dados, y por contra, no te queda más remedio que aceptar el cliente, claro está. Aún así, la mejor opción de aquel que se anima a empezar por este sendero profesional.

#2. Si te has animado a dar el salto e intentas montártelo por tu cuenta, ¿cómo te ves? ¿Crees que podrías continuar de esta manera de forma continuada? Muchos opinan que no, que el paso lógico es crear tu propia empresa/estudio y que ofrecer consultoría de forma independiente no suele durar más 2-3 años antes de dar el siguiente paso…

#3. Con tu propia empresa/estudio todo cambia: ahora dedicas más tiempo a labores de coordinación, gestión y captación de clientes. Tus propuestas llevan “firma de la casa” pero ya dependes de alguien para que esas propuestas lleven tu estilo. Hay que preocuparse de estar encima de quien empieza contigo y tratar de que no de el salto a otro sitio (como sucede también en muchas ocasiones). Hay quien se plantea después de esta experiencia bajar al #2.

#4. La opción final es dejar el mundo de la consultoría y abrir una tienda de jamones (o tener tu propio hotel, snif), pero antes de eso te queda la opción de intentar llevar a cabo tu idea digital (lo que viene siendo tu propia start-up) y dedicarte al 100% a ella, con todo lo que ello conlleva (financiación, búsqueda de recursos y la incerdumbre sobre si llegará o no a buen puerto).

Está claro que el perfil va siempre en función de la personalidad de cada uno. Pero en cualquier caso, cuando estás en el punto #3 o #4, aparte de conocimientos sobre el tema (que por supuesto) empiezas a necesitar también ciertas nociones tanto de labor comercial como del funcionamiento del mundo de los negocios, cosas que por desgracia no vienen en el “pack UX”. A este punto hay que añadirle que tengas las correspondientes aptitudes para apuntar maneras en estas dos cosas, que también es complicado si no va con tu personalidad. ¿Es quizás el tándem UX/Profesional comercial el que podría funcionar?

Lo más curioso de todo esto es que en muchas de mis conversaciones, la mayoría llega a la conclusión de que no se ven dedicándose a estos menesteres cuando tengan, digamos, 20 años más. ¿Es por tanto esta profesión joven llamada a ceder el testigo de los que van llegando? Dá para pensar hoygan…